viernes, 6 de agosto de 2010

¿CAMBIARME LA VIDA? SI GRACIAS

“Te va a cambiar la vida”. Esa ha sido la frase más escuchada durante el último año pequeñito, cambiarme la vida, me ibas a cambiar la vida según las “madrísimas” expertas, según aquellas menos expertas, según las que ni siquiera eran madres, según los que simplemente querían opinar sin que yo hubiese requerido tal opinión. Me iba a cambiar la vida según todo el mundo y aquel vaticinio de mi futuro sonaba casi como una amenaza, algo terrible y horroroso, un drama en toda regla que me iba a condenar al exilio social, al aburrimiento más terrorífico, a la desesperación más insoportable y a no sé cuantas desgracias más mi bebé. No les faltaba razón, en parte, sólo en parte, la vida ha cambiado, sigue cambiado día a día, sigue cambiando quizás a cada minuto, a cada segundo, porque con cada una de tus sonrisas, con cada gesto, con cada amago de echarte hablar, o simplemente mirándome con esos ojitos ansiosos por descubrir el mundo me cambias la vida, haciéndola con cada pequeño detalle más maravillosa si es posible. Ya no hay tiempo para comer como antes, la banda sonora de mis comidas ha dejado de ser la señorita corazones, ahora escuchamos tus llamadas de atención, tus pedorretas, tus gritos demandando simplemente una palabra por pequeña que sea... Tampoco hay sobremesas como las de antes, los cigarros y los cafés ya no duran horas, ni las conversaciones de teléfono. Ahora hay miles de razones por las que despegarse de la tele en el momento más interesante, basta con que tú agites el chupete al aire tratando de ponértelo para que todo deje de ser interesante. Tengo la sensación de estar en plena maratón porque me falta tiempo para todo, para vestirme, para calzarme, para echar a andar, para todo, siempre falta tiempo, y siempre con el miedo en el cuerpo temiendo que en plena carrera puedo perderme alguno de tus grandes momentos. Esos momentos que continúan cambiando mi vida a medida que corre el reloj.

Es el tiempo el culpable de que no pueda pasarme horas delante de la pantalla recordando una y mil veces todas tus hazañas diarias, tu primera carcajada, tu primer baño fuera del cubo, tu primer día en el parque de atracciones, en el Acuópolis, el drama de la dermatitis, la visita surrealista a la homeópata, o cómo ha sido tu nuevo descubrimiento: los dedos de los pies. Ahí están Lucas, a sólo unos centímetros de tu boca, hay cinco, sí, siempre ha habido cinco por mucho que tu los cuentes una y otra vez. Es simple, tan simple como flexionar las piernas un poco y abrir la boca, y sin embargo tú vives tu propio vía crucis cada vez que intentas disfrutar de ese pequeño, y extraño a la vez, placer. No pasa nada pequeñito, tu madre jamás, y repito, JAMÁS, ha ganado nada, ni un premio, ni una medalla, ni un diploma ( el de la universidad y el del instituto no cuentan), ni un galardón, NADA, y créeme, no pasa nada, no tengo traumas, ni complejos ni nada de nada, si no puedes comerte los dedos de los pies pues no puedes y punto, yo voy a estar igual de orgullosa de ti, niños que se comen los dedos de los pies hay miles pero… ¿Cuántos bebés hay que no se los pueden comer? Pocos pequeñito, hay pocos, no me digas que eso no te convierte en un niño especial. A la dificultad que ya de por si precede a tan arriesgado movimiento, hemos de sumarle tu particular obstáculo, esa barriguilla que a pesar de hacer tan feliz a tus abuelas, y que por otro lado es gloria bendita, impide el paso de tus deditos a tu delicado paladar. Si los dedos no llegan hoy, no pasa nada, es más, puede que tu tía tenga razón, puede que el destino haya querido gastarte una broma pesada y la naturaleza te haya obsequiado con unos pies apestosillos como los de mamá, en ese caso, es tu propia incapacidad la que de alguna manera te está salvando la vida, porque un hedor semejante en tu boquita de piñón podría matarte pequeñito. Y te digo, apuntas maneras Lucas, apuntas maneras porque de vez en cuando esos piececitos que tan gustosamente devoro cantan por peteneras… Corramos un tupido velo para hablar de algo más amable. Esa dermatitis que tanto estrago ha causado en mi estado de nervios parece que por fin se rinde y abandona esa carita preciosa que tienes. Te digo, ni siquiera en mi delicado cutis he hecho yo semejante inversión en cremas, es más, creo firmemente que podría ejercer sin mayor problema como dermatóloga después de tantas aventuras y desventuras con la dichosa dermatitis. Lexema, Lactisona, Dermosa, Phisiogel, Xeramance, Bactobran…

Me las conozco todas, y te digo más, aun no entiendo como la farmacéutica no me ha pedido una foto para colgarla en su tienda como clienta del mes… cosas que pasan. Ni siquiera la panacea de la homeópata consiguió librarte del suplicio del escozor, del ardor y del picor. Y que cabreo se agarra una cuando le dicen “tenga paciencia, si esto se le pasa, es pasajero, no es nada grave, ya verá como al año se le quita”. Y yo, que no soy precisamente la estampa de la paciencia ni la cortesía me he tenido que morder la lengua un millón de veces para no dar un golpe en la mesa y después de cagarme en todo lo cagable rematar la conversación “ CLARO QUE SE LE VA A PASAR, Y CLARO QUE NO ES NADA, PERO AL QUE LE PASA ES A MI HIJO, NO AL SUYO, Y EL QUE LLORA ES EL MÍO, Y EL QUE SE RASCA ES EL MÍO, Y EL QUE SE LEVANTA CON EL PIJAMA LLENO DE PUS ES EL MÍO, Y EL QUE SE VA A QUEDAR SIN OREJA A ESTE PASO DE TANTO RASCARSE ES EL MÍO, ASÍ QUE NO ME JODA CON LA PACIENCIA, HINQUE LOS CODOS EN EL LIBRO HASTA QUE ENCUENTRE LA SOLUCIÓN Y NO ME TOQUE LOS HUEVOS CON QUE AL AÑO SE LE QUITA PORQUE EL POBRE NO HA CUMPLIDO AÚN NI LOS CINCO MESES”. Este claro y conciso discurso me hubiese sentado tan bien pequeñito, y ahora que lo estoy recitando no sabes la fatiga que me entra y la rabia que me da no habérselo dedicado nadie, un desperdicio en toda regla de tan brillante retórica…

En otro orden de cosas y superada ya la dermatitis (hasta nueva orden eso sí, porque volverá dicen los expertos y los que no son expertos pero tiene que opinar porque parece que disfrutan jodiendo la marrana), NOS VAMOS DE VACACIONES!! !! !!Y nos vamos como se ha ido toda la vida, como viajan los Graciano, como han viajado siempre, como se hacía antes NOS VAMOS TO´S JUNTOS. Si Lucas, porque nosotros somos así, nosotros vamos juntos a todas partes como los Flores, donde va uno van todos detrás, así que cuanto antes te acostumbres mejor, porque ni sueñes con librarte de esta familia que te ha tocado en gracia en los grandes momentos de tu vida. Las islas griegas y las joyas del Adriático nos esperan a todos y a tus abuelas que se unen en estas primeras vacaciones tuyas para no perderse ni un momento de esos maravillosos que nos vas a regalar. Allá que vamos los Graciano dispuestísimos a meter mucho ruido, porque si pequeñito, además de ir juntos a todas partes nosotros somos de hacer ruido. Aquí te dejo bebé (a ti y a tus fans que se que hay más de uno y más de una que ya reclama que actualicemos esto más a menudo) algunas de tus últimas fotos, no sabría decantarme por ninguna porque estás precioso en todas. Y será amor de madre pero que suerte tengo de que sigas días tras día cambiándome la vida.