martes, 16 de agosto de 2011

GALONES DE GUERRA

Mi Lucas empieza a andar solito, sigue siendo un bebé, puede que no deje de serlo nunca para mí, y es por eso precisamente por lo que no puedo más que conmoverme cuando veo a ese niño que apenas levanta un palmo del sueldo dando pequeños pasitos y descubriendo el mundo por si solo. Parece un borrachito, se tambalea, pierde el equilibrio para aterrizar contra el suelo. Y llora, llora tan fuerte y con tanta penita que a mi se me rompe el corazón en mil pedazos cuando lo veo tan asustado con la carita llena de lágrimas. Pero Lucas es un valiente, y es su valentía la que provoca su osadía, apenas sabe andar y ya corre detrás del balón como si le fuera la vida en ello, tan deprisa corre, tan rápido quiere llegar para atizarle con todas sus fuerzas que en una de esas el pobre Lucas aterrizó contra el suelo quedándose encajado entre el carrito y la pared. Pobre niño mío, que lágrimas debió echar, yo no estaba allí pero no faltaron los detalles cuando recibí la nueva.
Te dejo aqui mi niño el documento gráfico de tan terrorífico accidente, un huevo de tamaño considerable con un tonalidad bastante fea.