Que eras el niño más bonito del mundo ya lo sabíamos todos, incluso antes de verte la cara, pero ¡¡¡ayyy!! lo que no nos imaginábamos es que antes incluso de asomar tu cabecita por las partes innobles de quien suscribe ibas a dar señales tan claras de tus adicciones... ¡¡TAN PEQUEÑO Y TAN YONKI YA LUCAS!! Sí, sí, perdona que te lo diga tan crudamente pero cuanto antes lo asumas mejor para todos. ¡Eres un yonki del azúcar!! pero ojo, eso no te convierte en alguien ni mejor ni peor, mira tu tía por ejemplo lo bien que lleva su adicción a los mojitos, o yo mismamente, adicta y dependiente de las chuches… Que nadie te eche nada en cara por eso, bueno, nadie, nadie, yo sí puedo, que para eso cargo contigo y soy la damnificada de tus síndromes de abstinencia. Clarooooooo jovencito, a ver sino de quién son las paredes abdominales que pateas sin piedad cuando tu dosis llega a su fin, ¿de quién eran las pobres y maltrechas costillas contra las que el jueves pasado, y tras ingerir una elevada dosis de glucosa, aplastabas tus piececitos? (que digo yo que eso que se clavaba en mis costillas flotantes debían ser tus pinrreles...)
Soy yo quien tiene el azúcar alto, sí, la culpa es mía, y por eso a las siete de la mañana estaba en pie dispuesta una vez más a prestar mis bracitos a algún desalmado (o desalmada) que me los devolviera llenos de estigmas como la última vez. Y otra vez para el hospital que nos fuimos papi y yo, con el ojo medio pegado aún del sueño, el tembleque en las piernas sabedora de lo que se avecinaba y con más hambre que “bailaperros” (estas incómodas pruebas se hacen siempre a horas intempestivas y por supuesto en ayunas). A Dios gracias que esta vez por lo menos no tuve que cargar con los “pises” que es una cosa que a mí particularmente me da bastante asco.
Pues allá que voy yo presurosa cuando la enfermera grita mi nombre en alto, sin casi mirar la aguja empiezo a poner cara de dolor, de angustia (buscando también, por qué no decirlo, la compasión de la enfermera) y...OHHHHHHHHHH, DIOSSSSSSSSSSSS.... NI SIQUIERA SENTÍ LA AGUJA. ¡Qué bendición ser atendida por alguien que no se ensaña con el dolor ajeno!!! Ahora, que del medio litro de glucosa pura no me libró ni Dios. Una vez más, he de rememorar la cantidad de brebajes imbebibles que he probado, a comparación con todos ellos tampoco era tan malo, claro que después de llevar más de media botella mi estómago empezó a pedir clemencia.
- Pues como me tenga que tomar cuatro de estos me muero- pensé para mis adentros temiéndome lo peor.
- ¿No me otra botella?- le pedí a la enfermera una hora después y cuando ya tocaba el segundo banderillazo-.
- No, no, si ya te la has tomado antes- respondió ella con cierto tono de sospecha-.
- ¿Pero no tengo que tomar una por cada pinchazo?
-¿Cómo te vas a tomar eso hija? Pues tenemos que ingresarte entonces con un infarto de diabetes por lo menos- rió la señora gritando cual posesa para que todo el mundo pudiera oírla.
- ¡¡Ay!!- contesté aliviada-, pues menos mal porque si me tengo que tomar tres botes más de esos me muero, que no es que esté malo, pero hay que ver lo que empacha.
- Como que te has tomado medio litro de glucosa pura hija, como no te va a empachar.
Superada la primera crisis y más tranquila ya sabiendo que mi suplicio azucarado había terminado, sólo quedaba superar el otro suplicio: PASAR CUATRO HORAS EN AQUELLA SALA RODEADA DE GENTE QUE MOQUEABA, TOSÍA, ESTORNUDABA Y EN GENERAL.... DABA BASTANTE GRIMA. Con aquel panorama nada hacía presagiar que las cosas se pusieran aún más difíciles, pero AYYYYYYY AMIGO..........Ahí dio comienzo tu particular farra. El colocón que te agarraste fue de órdago, he de decir, hablando de todo un poco, que tu tía Ana está muy molesta por no haberla esperado para ser testigo de tu primer pedo. Porque lo tuyo si que fue un pedo, de azúcar, vale, pero un pedo a fin de cuentas con los mismos síntomas que uno de ron, de vino o de lo que sea que se lo coja la gente. Tenías todos los síntomas:
Dificultad en el habla: ¿no hablas aún, no? Pues eso, tienes, y tuviste el jueves pasado, dificultad en el habla.
Pérdida de la visión: Nadar en el líquido amniótico está bien, dar vueltas alrededor del cordón umbilical puede llegar incluso a ser divertido. Darse cabezazos contra mis paredes abdominales es un serio problema de visión.
Falta de coordinación: ¿Cómo acabaron tus pies entre mis costillas? Pobre de ti, como esto se repita dentro de unos años te quitan los puntos hasta de la consola nene.
Y ahí seguías, dándolo todo en tu particular fiesta, y de fiesta seguiste durante las cuatro horas que duró el tormento de prueba, a pesar de las incómodas sillas donde mi espalda sufrió secuelas irreparables, y de fiesta seguiste a pesar del infarto que estuve a punto de sufrir al ver el importe del parking después de las cuatro horas que pasamos en el dichoso hospital (algún día recuérdame que te hable de Gallardón, aunque puede que para cuando seas adulto ya hayan incluido su foto al lado de la palabra "obra eterna", "grua", "impuesto robado al ciudadano" "robo con el precio de los parkings" o simplemente GILIPOLLAS" ). Y la fiesta siguió el resto de la mañana, a la hora de comer, por la tarde... Y la fiesta se prolongó hasta altas horas de la noche, de la madrugada, y a las seis de la mañana tu seguías dándolo todo exigiendo una nueva dosis de azúcar cual yonki desatado, y tus ansias continuaron durante todo el día siguiente, por la mañana, a medio día, por la tarde, incluso por la noche... Y mi tripa seguía recibiendo golpes, espasmos... incluso por encima del pijama se notaban los movimientos.....No pasa nada Lucas, no pasa nada, yonki o no, te queremos igual. Eso sí, una cosa te digo, tienes un problema con el azúcar, asúmelo.
Comprobado está que la única manera de controlar tus espasmos es con turrón de chocolate... eso dice mucho de ti como persona, no sé si me entiendes....en mi tierra esto se llama síndrome de abstinencia.... no te quiero decir nada pero vamos.... es como para pensárselo un poco ¿¿¿no??
Superada la prueba (ahora habrá que esperar los resultados) mi angustia es aún mayor. Llegan las Navidades, no puedo comer jamón (eres aun muy pequeño para entender la relación que esta familia que te ha tocado en gracia tiene con el jamón, pero ya lo entenderás amigo, ya), ni chorizo, ni lomo, ni salchichón... ni spetec... SOLO FALTA TAMBIÉN QUE ME QUITEN EL TURRÓN. ¡¡Pues menudas Navidades más miserables!! Y ya no lo digo sólo por mí, ahhhhhh claro, si yo no como… el señorito chocolatependiente tampoco recibirá su dosis, así que como resulte que al final el azúcar esté más alto de lo debido lo vamos a sufrir los dos... ya puedes rezar hijo, ya puedes rezar.
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