Hay una canción de Luis Miguel (ese señor de extraño color naranja) que dice “Dormir contigo, es el camino más directo al paraíso”. No es que el susodicho sea de mis preferidos pero desde que llegaste me he sorprendido muchos días tarareando la canción. Es un placer dormir contigo, encontrarte de repente a mi lado cuando de madrugada me revuelvo inquieta en la cama tratando de encontrar la postura más cómoda. La más cómoda es siempre la más cómoda para ti. Es un placer escucharte respirar por las noches, notar lo calentito que estás bajo las sábanas o notar como poco a poco te vas abriendo hueco hasta llegar a mi cuello para suspirar aliviado porque por fín has encontrado ese huequito tan mágico para ti como para mí. Mi niño. No dejo de repetirlo cada noche para cerciorarme de que estás aquí de verdad, que no eres un sueño o una alucinación, realmente estás aquí y aun hoy me cuesta creerlo y necesito dormir contigo para sentirte aún más cerca si cabe. Me gusta dormir contigo aunque la pediatra asegure que es una locura. ¿Una locura? No mi niño, la locura es dejar pasar la oportunidad de observar de cerca cada uno de tus gestos cuando duermes. Yo no quiero perderme nada de ti, ni siquiera tu sueño, y si he de correr el riesgo de acostumbrarte mal por ello correré ese riesgo porque como dice el señor de extraño color naranja dormir contigo es el camino más directo al paraíso.
Y yo aprendo contigo cada día también, aprendo a escucharte cuando lloras y ya soy capaz de diferenciar el llanto de tengo hambre del de no me puedo dormir solo. He aprendido que cada minuto cuenta, cada segundo cuenta, y no quiero perderme ni uno solo de ellos. He aprendido a disfrutar de las pequeñas cosas, de esos detalles que antes pasaban desapercibidos: La ducha cuando estás dormido y diez minutos son casi una eternidad. He aprendido a disfrutar del silencio que tanto odiaba antes. Disfrutar de ese momento en que no hay nada que hacer, absolutamente nada que hacer salvo sentarse y esperar que pase el tiempo. Ahora nunca me aburro. He aprendido, o estoy aprendiendo a reconocer de una vez por todas que tengo mucha suerte, que puedo dar las gracias porque soy feliz. He aprendido a entablar contigo una extraña conversación a base de grititos y ruidos extraños. Mi niño me repito cuando me buscas con los ojos esperando que diga algo que te haga estallar de risa. Mi niño me estás enseñando tantas cosas sin que apenas te des cuenta.Ayer por la noche volví a recordar el momento de tu llegada, el camino hacia el paritorio en la silla de ruedas, los nervios mezclados con una ilusión que no puedo explicar. Pensé que jamás voy a ser capaz de dejar de sentir esa sensación, ¡ojala que nunca la olvide! ¡ojala que pasen muchos años y me siga emocionando al recordar aquel paseo a través de los pasillos llena de sentimientos encontrados. Mi niño, no te imaginas la de cosas que me has hecho sentir en estos dos meses que llevas a mi lado. No sé en quien pensaría Luis Miguel cuando entonaba los primeros acordes de “Dormir contigo” pero ahora, cada vez que escuche la canción inevitablemente pensaré en ti. Mi niño.

No hay comentarios:
Publicar un comentario