miércoles, 28 de marzo de 2012

EL COCODRILO DEL ABUELO JUAN

Hoy me he acordado de papá, no del tuyo Lucas, sino del mío.Yo también tuve un papá Lucas, pero de eso hace mucho tiempo. Reconozco que a veces me das un poco de envidia cuando veo lo mucho que disfrutas del tuyo, lo mucho que disfrutáis el uno del otro. Tu papá te adora Lucas, pero eso ya lo sabes, y cuanto más  os observo a vosotros dos, y a pesar de que mi papá ya no está, más se me encoge el corazón pensando en todo lo que el mío debió quererme. Qué pena mi niño que no pudiera tener más tiempo, parar quererme más, para quererte a ti, porque se hubiese enamorado de ti nada más verte como nos enamoramos todos. Mi papá también era el mejor del mundo, seguro que pasó horas y horas mirándome tratando de adivinar cómo era posible quererme tanto, seguro que pensó alguna vez que el corazón se le iba a salir del pecho al verme sonreír. Estoy casi segura de que alguna vez pensó que era yo lo que hacia que la vida mereciera la pena vivirla sólo por estar cerca de mi. Mi papá seguro que también me hizo reír a carcajadas, disfrutándolas seguro más que yo, no puedo recordar aquellos momentos por más que lo intento, y me encantaría volver a vivirlos pero los vivo a través de ti, los disfruto a través de ti, los abrazo y me los bebo a través de ti que haces que por un segundo papá, mi papá, vuelva a estar cerca.

Mi papá Lucas era tan, tan bueno que removía el café por las mañanas con cucharas de plástico para no despertarnos a tu tía y a mi... Así era el abuelo Juan. Mi papá era tan, tan bueno Lucas que después de no se cuánto tiempo consiguió convencer a un segurata de discoteca de que dejara pasar a su niña de nueve años a ver el concierto de Glen Medeiros sólo porque a mí me hacía mucha ilusión verlo... Así era el abuelo Juan. Mi papá era tan, tan especial Lucas que podía convertir sus dos dedos índices en un cocodrilo ¡ UN COCODRILO! Es como si de repente hubieses sido tocado por una varita mágica, una varita graciana y lo único que llamara tu atención sean los cocodrilos, casualidades de la vida o no, es inevitable pensar en el abuelo Juan, es inevitable que a mi se me encoja el corazón cuando escucho esa vocecita de niño mágico gritar ¡¡COCO, COCO!! Y es entonces cuando recuerdo que el cocodrilo era grandeee, muy grandeeee, noooo, era muy pequeño, era chiquitito...Y la sonrisa de mi papá, y la tuya lo inundan todo, y pienso entonces que es imposible ser más feliz, sólo entonces tengo la sensación de teneros a los dos juntos a pesar de que nunca os hayáis visto, a pesar de que nunca os hayáis abrazado, pero estáis, estoy segura de que estáis los dos, cada uno con su cocodrilo.

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí, pero creces al mismo tiempo que mengua mi tiempo, prefiero disfrutarte cada minuto, ya habrá tiempo para sentarse juntos y contarnos las miles de historias que vivimos juntos. Está pasando el tiempo tan deprisa, y tú aprendes tantas cosas y tan rápido que a veces tengo la sensación de quedarme atrás y no poder alcanzar tu mano. Hace tiempo que dejaste de ser ese bebé embelesado con la vida que contemplaba con los ojos muy abiertos desde su carrito todo lo que ocurría a tu alrededor. Ahora más que nunca formas parte de todo eso a lo que antes no podías alcanzar, cantas, bailas, corres, y nos enseñas cada día un nuevo capítulo de tu peculiar lenguaje, nosotros aprendemos contigo.






Hemos aprendido que en la lengua "luquiana" todas las palabras son agudas, todas se acentúan al final y todas tienen una sola letra, la A. De ahí papáaaaa, mamáaaa, tatáaaa, yayáaaaaa, guá guáaaaaa. En luquiano sólo hay una palabra que admita la O, cocóooo, también acentuada en la última sílaba y acompañada claro está de un movimiento espasmódico de ambos brazos haciendo sonar la palmas. El luquiano se complementa con el lenguaje corporal de un sólo dedo, en concreto del dedo índice, para hacer hincapié, en el caso de tratar con gente que aun no domine tu lengua, el objeto a demandar, que normalmente es algún tipo de comestible, ya sea fruta, pan, aspitos, un cordero lechal etc...

Han pasado tantas cosas Lucas, no he tenido tiempo para contarlas, pero si para vivirlas, y cada una de ellas ha sido tan especial y tan perfecta que han quedado archivadas en ese lugar de mi memoria donde quedan grabados todos esos momentos especiales y únicos...En ese rinconcito está el cocodrilo del abuelo Juan, los golpetazos que tu bisabuela Victoria se daba contra el suelo cuando tropezaba con la alfombra del pasillo, el rapado de cabeza que se hizo tu tía cuando quiso conocer a los DNI (lo mas de lo más allá por los noventa), la paella más mala que comimos nunca en Pedro Muñoz, el pancuervo de tu tío Javi, la vomitona que papá nos echó a mamá a y la tía un día volviendo de fiesta. En ese rinconcito donde se guardan los tesoros que mamá esconde para vivirlos de vez en cuando está la hazaña de mamá acabando con todos los pelos de la brocha de afeitar del abuelo Juan, la manía de la abuela Luisa en que la tía y yo vistiéramos iguales, el viaje a Granada que acabamos en la cuneta porque el coche se negó a seguir andando, el concierto de Glen MedeirosLuisi cargando conmigo a hombros ante la vergüenza ajena de por entonces tu quinceañera tía...

En ese rinconcito he dejado hueco para todos los momentos que nos has regalado estos últimos meses, y los volveremos a contar, los volveremos a vivir, y nos reiremos una y mil veces, dándote las gracias en cada uno de ellos por poner de nuevo en nuestras vidas un cocodrilo

No hay comentarios:

Publicar un comentario