Ay Lucas, ¡cuán injusto y doloroso es este mundo! Te aviso desde ya (y el que avisa no es traidor) que a lo largo de tu vida te enfrentarás a todo tipo de situaciones trágicas y dolorosas... Llevando mis genes es lo que hay hijo, no te queda otra. Sin ánimo de asustarte, todo esto viene a colación por los terribles acontecimientos que se han sucedido a lo largo de la semana... El lunes es un día difícil, eso ha sido así desde que el mundo es mundo, ya te irás dando cuenta a medida que pase el tiempo, es lo bueno de ser un bebé, que para vosotros siempre es sábado... Pero lo a lo que iba, que me pierdo, en el mundo real existen los lunes y es, donde los haya, el peor día de la semana. Encabronado como estás (porque lo estarás, consciente de que se te ha acabado el fin de semana y no te queda otra que currar) te enfrentas a la dura semana, que ya de por si es dura, pero como dice el dicho, cuando las cosas van mal siempre pueden ir peor. Y ahí es donde quería llegar yo. Precisamente este lunes ha sido uno de esos días que es mejor olvidar porque sólo de pensarlo se me ponen los pelos de pico de pardos. Amanecía (insisto) el lunes de marras y mamá y papá se dirigían entusiasmados a una nueva prueba ("jartita" estoy ya de tanta prueba y tanto médico). En esta ocasión tocaba la glucosa. LA GLUCOSA. No te mentiré, una ya iba con el miedo metido en el cuerpo, y no es para menos, ya me habían avisado de que habría agujas de por medio (ya hablaremos de ese capítulo más adelante, ahora de momento no te conviene estresarte que luego lo pagas con mis costillas pequeño mamoncete). Mi relación con las agujas, digámoslo asi, no es precisamente cordial, pero claro, si a eso le sumas que delante de mis narices había un hombre ataviado con una mascarilla sospechosa (corren tiempos difíciles con esto de la gripe A) pues la cosa empeora. El individuo en cuestión me ofrece medio litro de jarabe de glucosa, y yo con un hambre que me subía por las paredes agarro el frasco con todo el ansia del mundo y me lo llevo a la boca cual perdido por el desierto:
- Más despacio señorita- me indica el doctor poniendo los ojos en blanco.
- Es que tengo mucha sed- me defiendo con cara de cordero degollado.
Con un indiferente gesto me envía a la sala de espera donde debo guardar reposo durante una hora. Y es aquí donde comienzan los problemas, mi ataque de hambre, el sueño, el cansancio, tus patadas, el olor de la sala de espera que no es precisamente el aroma mas embriagador del mundo.... y mi estómago que empieza a revolverse, me mareo, se me nubla la vista por momentos, ya ni siquiera veo nítido
- Me estoy mareando- le indicio a papá. Ay que mala me estoy poniendo.
Y con mareo y todo me enfrento de neuvo a ese desaprensivo que me recibe en la misma sala de antes con la misma mascarilla y la misma cara de llevar siete meses sin vivir placidamente un momento All Bran. No sé cómo ocurrió, llámalo miedo o llámalo como quieras, pero justo en el momento en que su aguja atrabesó mi brazo tu mamá (que reitero, no mantiene con las agujas una relación demasiado cordial) emitió un sonoro grito al tiempo que hacía retroceder el brazo porovocando la ira del doctor que no dudó en echarme la bronca:
- Vamos a ver, el brazo sólo se le sujeta a los niños pero tú ya eres mayorcita
- Ya, es que me duele mucho- me justificaba yo a punto de romper a llorar-. ¿Le queda mucho?
Una tragedia pequeñín, una tragedia. Tu pobre madre, malherida, con ambos brazos agujereados llegaba a su puesto de trabajo cabizbaja, magullada, dolorida en lo más profundo de su ser...A modo de estigmas, lucí durante todo el día mis marcas de guerra a todo el que estuviese interesado en conocer de cerca el dolor...Y es repito Lucas, tenlo muy presente...!!!CUAN DOLOROSO ES EL MUNDO!!
No acabaron ahí las tragedías pequeño terrorista de mis intestinos. sino que cuando el dolor parecía haber cesado decidiste obsequiarme (y ojo que no dudo que fue con buena intención) con una increíble coreografía de salsa, flamenco y reggetón cubano durante ¡¡¡¡¡¡¡TODA LA NOCHEEEEEEE!!!! Claro que sí, las enseñanzas de Adalberto Perez han hecho mella en tí y durante TODA LA NOCHEEEEEEEE le bailaste a Ochun, a Yemayá, a Changó y a todo el bendito santoral Cubano...Y tu pobre madre que soy yo, aferrada a la taza del bater clamando al cielo para que el sufrimiento terminara CUANTO ME ACORDÉ YO DE CHANGÓ ENTONCES...Volvieron los mareos, la cabeza me daba vueltas, un moco que subía y bajaba por mi garganta y todas mis alucinaciones: ese doctor desalmado desollándome mis pobres bracitos con sus agujas malditas....Repito ¡¡¡CUÁN DOLOROSO ES EL MUNDO!!!
No acaban ahí los sucesos trágicos, después de un día entero vislumbrando a la lejanía el tunel de la muerte (palabra que allí estaba el tunel con Caroline al fondo y todo) me enfrento a un nuevo reto en mi historial clínico: Eliminar una verruguilla que me había salido allá donde la espalda pierde su respetable nombre. Osea, en el culo. Era tal la desazón a la hora de sentarme que no me quedaba otra alternativa que recurrir a los expertos, y allí que nos dirigimos papá y mamá más contenta esta vez porque no habría agujas de por medio. Pero ¡Ay inocente de mí! no sabía yo lo que me esperaba al atravesar aquellas puertas.
Me recibe una doctora muy símpatica que me informa de que ms verrugas (tenía otra pequeña debajo del ojo) no se podían quemar, sino que debía recurrir al bisturí para hacerme un "raspado". Yo no sé en qué pensé en aquel momento pero en un ataque de valentía me muestro la mar de conforme con todo el proceso incluso con la anestesia local que debía ponerme.
- ¿Anestesia local?- pregunto alarmada a papá una vez fuera mientras preparaban todo. ¿Eso se pincha verdad?
- Pues claro que se pincha, por eso te he dicho que mejor te esperabas para hacerte también la de la nariz-contesta él adivinando la que se va liar cuando me muestren la aguja.
Del resto del proceso tengo un vago recuerdo que desde luego no quiero volver a ver por lo trumático de la situación. Esa doctora que se acerca a mi cara con una aguja en la mano, ese dolor agudo en mi nariz, la enfermera que ve mi cara de pánico y se adelanta a mis movimientos sujetándome para que no me moviera, un grito desgarrador que sale de mi garganta dejando noqueada a la doctora, lloro, me muevo, la enfermera todavía me tiene sujeta, la doctora me riñe:
- Esto es por estética asi que no quiero ni gritos ni lloros, la gente que se lo hace es porque quiere. No habértelo hecho- contesta envalentonada aun armada.
Y tu madre que sólo tiene una idea en la cabeza MATA, MATA MATAAAAAAAA.
Sigo llorando, y las calamidades aún no han acabado, queda lo más duro, el banderillazo de anestesia en la baja espalda, con la misma intensidad grito de nuevo, lloro y pataleo pensando para mis adentros. Sigo llorando agarrada fuertemente a la barandilla de la camilla, temo por mi salud, no por el olor a pollo quemado que desprende el bisturí sino porque es tal la fuerza con la que me aferro a la barandilla que presiento que voy a arrancarla haciéndola colisionar contra mi pobre naricilla quemada.
Aún con los ojos encharcados en lágrimas me dirigo presurosa hacia la salida de la mano de tu papá, conteniendo mis sollozos para no despertar la lástima del resto de pacientes
- Ay chichi (ya te explicaré de donde proviene ese cariñoso apodo)- me dice papá tratando de ocular una burlona sonrisa- te pareces a Urtain
Y ahí aquí el tal Urtain para que te hagas una idea del careto con el que tu madre salió del hospital. Si pequeñín si, el tamaño y la hinchazón de mi nariz era comparable al de mismísmo Franco Batiato, Blossom o dando un paso más, al del Señor Urtain.
Tras pasar una noche de perros (el roce de la sábado en mi dolorida nalguita ha provocado algún que otro puchero) he de consefarte que a día de hoy estoy mucho mejor de todas las desgracias que han acontecido en esta dura semana ( los pinchazos, la glucosa, el mareo, de nuevo los pinchazos, la riña del doctor de la mascarilla, tu sesión de salsa con patatas incluídas hacia mis machucadas costillas, la anestesia local en la nariz y el culo, el quemazón, el olor a pollo quemaó y el roce de las sábanas ) estoy mucho mejor y preparada ya para el plato de callos que me pienso apretar esta noche. YO CREO QUE ME LO HE GANAÓ.