Sí sobrino, he de decir que pese a que ya ha pasado más un mes de tu llegada a este mundo (y yo no he uescrito nada de ese momento tengo mucho que contar, y tranquilo que no se me va a olvidar nada), tú supertita querida del alma tiene por cabeza una cpu de 5 terabytes (que es mogollón de capacidad) que aparte de retener un montón de información inútil como que Turandot es la obra inconclusa de Puccini (un tío que se murió allá por 1900), también dispongo de un archivo para los momentos especiales, y puedo almacenar millones y millones y no se me olvida ni uno. Retrocedamos entonces hasta el día que todos pensábamos que harías acto de presencia (repito, el día que todos PENSÁBAMOS, porque tú tenías otros planes), y me da igual que pienses que todo esto ya te lo ha contado tu madre, yo estaba allí y tengo todo el derecho del mundo a contar mi versión. A lo que íbamos, miércoles 10 marzo, la intempestiva hora de las 5 la madrugada, suena el teléfono, no me cago de miedo como sería la costumbre (cuando suena el teléfono a altas horas de la madrugada siempre es para algo malo, cierto como la vida misma) porque esperamos tu llegada, y así parece tu madre ha roto aguas, nos duchamos corriendo pa´ quitarnos el sueño (¿te he dicho que eran las 5 de la mañana?) y salimos felices y alterados a buscar a tus papis. He de decir que tu tito Javi no vomitó (que también sería lo usual, cuando tu tito se pone nervioso lo primero que hace es vomitar, asquerosito sí, pero ¿qué le vamos a hacer? Hay que quererlo como es. Yo me preparo para 10 minutos (que es lo que se tarda en llegar al hospital) de gritos histéricos e improperios de tu madre pero he ahí que tu madre (la misma que monta el pollo cada vez que le hacen un análisis) está esperándome en la puerta del portal tan pancha y feliz. Partimos rumbo al hospital, vamos, que entre preparativos, duchas y viajes llegamos a eso de las seis y cuarto. Bien, pues a algún brillante gestor del hospital decidió que las señoras embarazadas no se ponen de parto de madrugada, así que la sala de espera estaba cerrada, tus papis habían entrado por urgencias pero allí estábamos tu tito y yo en la calle con un frío de pelotas que hacía, menos mal que tu supertita querida del alma tiene un poder de persuasión que ya te enseñaré y con sus mejores ojitos de cordero degollado convenció al simpático funcionario de urgencias para que nos dejara entrar en la sala de espera, comenzaba la gran espera…. Tu supertita querida, que aparte de su gran poder de persuasión es muy de mandar, empezó a organizar todo sin perder tiempo (no sabía yo todo el tiempo que me iba a sobrar). Llamó a la abuela para darle el parte informativo, mandó al tito Javi a buscarla para que la llevara a la tienda y anunciara a bombo y platillo que permanecería cerrada porque el nuevo lotero (da igual que en un futuro tú seas bombero, futbolista o sexador de pollos, para el barrio siempre serás el loterito junior) iba a nacer. Vale, no fue a bombo y platillo sino con un cartel que rezaba “cerrado por el nacimiento del nuevo lotero” pero llamar a Manolo el del bombo para que se pusiera en la puerta de la tienda a vociferar durante todo el día “VA A NACER EL LOTERITO, VA A NACER EL LOTERITO OEOEOEOEOEOEOE” me parecía excesivo, llámame discreta. Me tomo un café de la maquina (más malo que la madre que lo parió). La abuela llega, mando al tito a casa (que te preguntarás tu que por qué no trabajaba, pues ya te cuento yo, estaba de velatorio de un imaginario tío nuestro, una pena) para que siga mirando las distintos concesionarios para comprar el fabuloso coche que tu abuela iba a comprar para poder ir todos juntos a todas partes (ya te enterarás que en esta familia se va a todas partes juntos, sólo se respeta la luna de miel y tiempo al tiempo….). Me maquillo, y he de decirte, que tu madre lo sabe bien, yo sólo me maquillo para salidas nocturnas (y no todas) bodas, bautizos, comuniones y fiestas de guardar. Pero allí en la salita de espera tu supertita querida del alma sacó su kit de belleza con todos los aparejos y se dispuso a la faena de ponerse divina para el recibimiento de su sobrino preferido, y he de decir que no me quedo nada mal, maquillaje, raya, perfilador de labios, pintalabios, perfecta para recibirte. Llamo a una empresa de regalos para pedir unos preciosos globitos para que tu primera habitación (la del hospital) esté bonita para cuando llegues tú y mamá. Me bajo al kiosco para hacerme con un cargamento de revistas y sudokus por si decides tardar un poco en llegar (¿un poco?,¡¡¡madre mía!! iba a ser un poco mas de lo que esperábamos. Vuelvo a llamar al tito Javi para que compre todos los periódicos del día para guardarlos, y no es por contar acontecimientos futuros pero tuvimos que comprar los del día siguiente. Me tomo otro café de la maquina (sigue estando igual de malo).Ya ha llegado la otra abuela. Llega el tito Javi, y allí los cuatro pertrechados con nuestro arsenal de revistas, la ipod y la consola (que tu supertita querida del alma muy precavida había echado por la mañana al bolso) nos disponemos felices como perdices a esperarte…. Las horas pasan y tu papi cada rato sale a contarnos los pormenores, mamá está bien pero no se pone de parto, nos vamos a comer unos bocadillos espantosos que nos ponen en la cafetería. Salimos a echarnos un cigarrito. A eso de las cinco tu padre nos informa que mamá ya se ha puesto de parto y nosotros nos frotamos las manos pensando que ya sólo es cuestión de una horitas que hagas acto de presencia (ilusos). Siguen corriendo las horas y tu padre sigue saliendo a cada rato para informarnos de la dilatación de tu madre (si tienes dudas pregúntale a tus padres). Tu STQDA (Supertita Querida Del Alma, es para abreviar) en un ataque de gula irrefrenable se avalancha sobre la maquina de ¿comida? y se zampa “varios” donuts de chocolate (el mejor bollito del mundo).No te lo he dicho pero estoy a dieta y los donuts no entraban en el menú, pero ¿qué mas da? Mi sobrino está ¿a punto de nacer? y hay que celebrar. Empieza a caer la noche y la sala de espera va quedando vacía, no hay desánimos, sólo te estas haciendo un poco de esperar, pero ya no tienes que tardar mucho. La abuela Luisi se desespera, ¿qué clase de sufrimientos estará pasando su hija con tantas horas de parto? por mucho que tu padre le dice que mamá no está sufriendo tu abuela no le cree y se ve obligado a grabarla. Nos saca la grabación y ahí esta tu madre “colocada” como si tal cosa, saludando y todo, un espectáculo, es más, a mí me recordó bastante a Bridget Jones colocada de setas. Y saltamos las doce de la noche, ya es 11 de marzo (¿entiendes ahora lo de comprar los periódicos de dos días?), la salita de espera ha quedado totalmente desierta, empezamos a estar ya un poco “jartitos”, esas sillas del demonio que han instalado empiezan a hacer mella en nuestras delicadas posaderas. Nos levantamos, caminamos, nos sentamos, nos volvemos a levantar, intentamos dormir un rato, imposible, esas sillas del demonio son mejores que las anfetaminas (desde este blog invito a todos los fiesteros que abandonen las drogas por algo mucho más barato y menos dañino para la salud, las sillas de la sala de espera del Hospital Infanta Leonor. Tú te llevas una silla de estas en el coche, y en cuanto te entre la morriña te sientas, y ese dolor infernal que infligirá a tus posaderas te despeja pero en cero coma, a lo mejor es un poco aparatoso lo de cargar con la silla, pero es eficiente al cien por cien, y en un buen maxibolso entra de todo....). A tu abuela Luisi le entra la cagalera de la muerte, y nos narra cada visita al baño (no voy a contártelo aquí por aquello de no ser escatológica, pero ya verás que en esta familia somos muy de narrar nuestros “problemillas con las visitas al baño” CON TODO LUJO DE DETALLES).
Papá vuelve a salir para contarnos que mamá sigue colocada y que la cosa va para rato, que nos vayamos un rato a casa, ¡¡Ni de coña!! de allí no nos vamos si ti...... Algún desaprensivo nos quita la calefacción, nos abrigamos y nos tumbamos cuan quinquis por toda la sala, intentamos dormir y a excepción de tu tito Javi que es capaz de sobarse en haciendo equilibrio en la raya un lápiz, no lo conseguimos. Se hace de día y la abuela Antonia y el tito Javi se tienen que ir a trabajar sin haber pegado ojo (bueno, el tito si que había pegado ojo) y con penita convencidos que en cuanto salieran del hospital tú nacerías. La sala empieza a llenarse de gente de nuevo y allí seguimos tu abuela Luisi y tu SPTQDA. Y llega la terrible noticia pasadas las nueve de la mañana, papá nos informa que a mamá le tienen que hacer la cesárea, porque tú en un intento de mirar el mundo has levantado la cabeza.. La abuela Luisi se pone aún más nerviosa si cabe, papá se pone triste porque no puede estar con mamá justo en el mismo instante en que tu nazcas, y tu SPTQDA también se pone nerviosa pero disimula e intenta poner orden.... Y el tiempo se detiene, no pasan más de 20 minutos, pero parece que pase casi una eternidad hasta que sale la enfermera para decirnos que todo ha salido bien y que podemos verte. Y ahí estabas tú sobrino, con una cara de mosqueo que parecía decir ¿quién coño ha osado sacarme de donde estaba? y en las películas sobrino se ralentiza el tiempo y suena una música superñoña para acompañar el instante, pero no era el caso. Las enfermeras seguían corriendo de aquí para allá sin darse cuenta de la magia del momento, sólo la abuela y yo (papá esperaba para ir a ver a mamá) nos dimos cuenta de toda la magia que flotaba en el ambiente, tú y tu carita de “cabreaó” habían convertido un día triste en el día más especial del siglo. Las enfermeras nos dijeron que podíamos acompañarlos a la habitación, y allí íbamos tu abuela corriendo detrás de ellas con todos los trastos del mundo, la bolsa con la ropa de mamá, la maleta con todas tu cositas, los bolsos, la bolsa del congelado (somos una familia pegada a una bolsa) tan henchidas de felicidad que podríamos haber cargado también con la máquina de café de la sala de espera y tan panchas. Y por fin la tranquilidad, solitos los tres en la habitación, tú, la “agüela” y yo, y sobrino intentaría explicarte lo que sentía en ese momento pero no me salen las palabras, sólo te diré que te cogí en brazos y fue como abrazar la felicidad y que a punto estuve de desgastarte los mofletes a besos......
Luego llegó mamá y papá y la felicidad fue plena....................
Pd: Te digo una cosa sobrino, hacerte esperar casi 30 horas es una cosa superfea, te lo perdono porque acababas de nacer, pero para la próxima te caé el collejón si o si....
lunes, 19 de abril de 2010
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