Perderás la cuenta de las veces que a lo largo de esta etapa pensarás esto… pero… como eres un bebé no te acordarás…AHHHHHH SE SIENTE!!! De todas maneras y para que veas que tu mami es trigo limpio y no te oculta información (y espero que esto lo sepas apreciar) voy a confesarte un pequeño secreto.
Esta señora desconocida que aparece en la foto es tu gran salvadora, es más, creo que deberías tatuarte su nombre en el brazo derecho en cuanto cumplas la mayoría de edad porque de no ser por ella a estas alturas de la película serías un bebé tísico obligado a enfrentarse a todo tipo de situaciones terribles…Si esta buena señora (hija de una vecina de tu abuela) de nombre Mari Cruz no hubiera aparecido aquella noche cual iluminada salvadora a estas horas estarías encadenado a un biberón… Si, lo se, es aterrador.
Aquí la que suscribe se encargó meses antes de tu llegada en empaparse a base de bien sobre el tema de la lactancia, me leí los libros, las revistas, los artículos, vamos, que solo me faltó irme a Central Lechera Asturiana a llamarlos impostores. Pero claro, ya se sabe como es el mundo de la literatura de ayuda UNA MIERDAAAAAAAA!! Sí, lo digo así, alto y claro, que de 200 páginas que tienen los libros 180 prácticamente son tontunas. Un manuscrito mas largo que un día sin pan que se leyó tu madre y en el que curiosamente lo más importante de todo no se explica. ¿Cómo se enseña a un bebé a mamar? Ahhhhh claro, el tío listo que un día decidió deslumbrar al mundo escribiendo un libro sobre lactancia materna (si, fue un TIO, que manda narices también, que ni ha parido en su vida y que además no tiene tetas) no reparó en ese pequeño detalle. Sobra decir que antes de que tú llegaras no me había visto en la necesidad de dar de mamar a nadie. Y sobra decir que antes de que descubrieras los estupendos senos de tu madre tu tampoco te habías visto en esa tesitura. Es decir, que ni tu sabías mamar ni yo enseñarte y los dos estábamos MUYYYYYYYY NERVIOSOS. Yo porque imaginaba un futuro aterrador sosteniendo en los brazos a un niño tísico (perdías peso por momentos) y tu porque pobre mío llevabas un hambre que ni te cuento. Y ahí estaban todas esas simpáticas enfermeras dispuestas a ayudar, claro que su ayuda sólo duraba apenas unos minutos. “tócale los pies con agua fria para que se espabile y no se duerma mientras mama”. “Dale unos toquecitos en la mejilla” “acaríciale la cabeza” “Ábrele la boca con la mano y aprovechas para meterle el pecho”… Y un largo etc de consejos que desde luego no sirvieron para nada. Y en vista del fracaso en esos primeros días qué hizo tu madre, con la inestimable colaboración todo hay que decirlo, de tu padre, tus abuelas y tu supertita querida del alma? PONERLO EN PRÁCTICA TODO A LA VEZ. Mientras tu madre te abría la boca tu padre te metía el pecho en la boca que a poco estuvo de perforarte las amígdalas, todo esto mientras tu supertita te tocaba los pies con agua congelada (pobre mío, que frio debiste pasar). La abuela Antonia te frotaba la cabeza como si fueras la lámpara de Aladdin, y la abuela Luisi te daba toquecitos en la cara. TODO UN DESPROPÓSITO. A parte de estas prácticas tan poco ortodoxas probamos también a apretarte la cabeza contra la teta, darte azotitos en el culo (con el paso de las horas se convirtieron en azotes a secas). Sobra decir que no conseguimos nada salvo que tu tuvieras unas pesadillas enormes donde seguro eras atacado por una teta enorme que amenazaba con aplastarte.
A Dios gracias que llegó ese “Arcángel” de la enfermería y viendo el pánico que se reflejaba en tu cara cada vez que yo me ahuecaba el camisón, decidió correr en tu ayuda. A día de hoy he de decir que eres un alumno aventajado. Mamas hijo que da gusto, eso si, tu pobre madre que soy yo ¡¡¡va sequita ya!!!
Esta señora desconocida que aparece en la foto es tu gran salvadora, es más, creo que deberías tatuarte su nombre en el brazo derecho en cuanto cumplas la mayoría de edad porque de no ser por ella a estas alturas de la película serías un bebé tísico obligado a enfrentarse a todo tipo de situaciones terribles…Si esta buena señora (hija de una vecina de tu abuela) de nombre Mari Cruz no hubiera aparecido aquella noche cual iluminada salvadora a estas horas estarías encadenado a un biberón… Si, lo se, es aterrador.
Aquí la que suscribe se encargó meses antes de tu llegada en empaparse a base de bien sobre el tema de la lactancia, me leí los libros, las revistas, los artículos, vamos, que solo me faltó irme a Central Lechera Asturiana a llamarlos impostores. Pero claro, ya se sabe como es el mundo de la literatura de ayuda UNA MIERDAAAAAAAA!! Sí, lo digo así, alto y claro, que de 200 páginas que tienen los libros 180 prácticamente son tontunas. Un manuscrito mas largo que un día sin pan que se leyó tu madre y en el que curiosamente lo más importante de todo no se explica. ¿Cómo se enseña a un bebé a mamar? Ahhhhh claro, el tío listo que un día decidió deslumbrar al mundo escribiendo un libro sobre lactancia materna (si, fue un TIO, que manda narices también, que ni ha parido en su vida y que además no tiene tetas) no reparó en ese pequeño detalle. Sobra decir que antes de que tú llegaras no me había visto en la necesidad de dar de mamar a nadie. Y sobra decir que antes de que descubrieras los estupendos senos de tu madre tu tampoco te habías visto en esa tesitura. Es decir, que ni tu sabías mamar ni yo enseñarte y los dos estábamos MUYYYYYYYY NERVIOSOS. Yo porque imaginaba un futuro aterrador sosteniendo en los brazos a un niño tísico (perdías peso por momentos) y tu porque pobre mío llevabas un hambre que ni te cuento. Y ahí estaban todas esas simpáticas enfermeras dispuestas a ayudar, claro que su ayuda sólo duraba apenas unos minutos. “tócale los pies con agua fria para que se espabile y no se duerma mientras mama”. “Dale unos toquecitos en la mejilla” “acaríciale la cabeza” “Ábrele la boca con la mano y aprovechas para meterle el pecho”… Y un largo etc de consejos que desde luego no sirvieron para nada. Y en vista del fracaso en esos primeros días qué hizo tu madre, con la inestimable colaboración todo hay que decirlo, de tu padre, tus abuelas y tu supertita querida del alma? PONERLO EN PRÁCTICA TODO A LA VEZ. Mientras tu madre te abría la boca tu padre te metía el pecho en la boca que a poco estuvo de perforarte las amígdalas, todo esto mientras tu supertita te tocaba los pies con agua congelada (pobre mío, que frio debiste pasar). La abuela Antonia te frotaba la cabeza como si fueras la lámpara de Aladdin, y la abuela Luisi te daba toquecitos en la cara. TODO UN DESPROPÓSITO. A parte de estas prácticas tan poco ortodoxas probamos también a apretarte la cabeza contra la teta, darte azotitos en el culo (con el paso de las horas se convirtieron en azotes a secas). Sobra decir que no conseguimos nada salvo que tu tuvieras unas pesadillas enormes donde seguro eras atacado por una teta enorme que amenazaba con aplastarte.
A Dios gracias que llegó ese “Arcángel” de la enfermería y viendo el pánico que se reflejaba en tu cara cada vez que yo me ahuecaba el camisón, decidió correr en tu ayuda. A día de hoy he de decir que eres un alumno aventajado. Mamas hijo que da gusto, eso si, tu pobre madre que soy yo ¡¡¡va sequita ya!!!
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